domingo, 28 de abril de 2024

 POESÍA Y LITERATURA

y la búsqueda de la originalidad



Por Juan Lasi.



Presiento que este argumento me va a llevar a un maremágnum de consideraciones encontradas y conflictivas. Resulta muy difícil expresar criterios cuando estos van en contra de la poderosa corriente del pensamiento ajeno y de sus intereses. Intereses de todo tipo: sentimentales, protagónicos y hasta económicos.

¿Qué es la Poesía?

Para mi es una composición literaria que depende de ciertos parámetros que la hacen tal. Sin ellos, es solo una composición retórica, pero no poética. Así, pienso  que la Poesía no puede ser incondicionalmente libre sino tiene que estar atada a ciertas normas y modelos sin los cuales sería una expresión literaria cualquiera, con más o menos valor, conforme a la sensibilidad y habilidad escritora de su autor. Escribir un poema significa someterse a reglas de composición que no existen en un texto de prosa. La rima, la métrica, la cadencia de los versos, el tipo de poema, la sutileza elegante de la metáfora y mucho más son sus  más característicos componentes.

Muchos dicen que la cosa no es así: afirman que sin una libertad irrestricta el poeta no logra expresar a cabalidad sus sentimientos y lanzar su mensaje. Todo es Poesía, no importa la forma, la ausencia de rimas, su cadencia y versos delimitados. Un verso puede ser muy largo, otro más breve, con tal que el autor pueda expresar lo que siente, en la forma que considere la más adecuada para él.

Opinión muy respetable esta,  pero que, personalmente,  no me satisface ni me convence a cabalidad.

Por eso uno encuentra por allí, escritos que pretenden ser poéticos y no son sino prosa interrumpida, (con tantos …puntos y aparte,) formando versos arbitrarios que se asemejan mucho a trozos de un  texto fragmentado. Allí no hay rima, no hay métrica, no hay cadencia, sino únicamente frases que solo reflejan el pensamiento y el sentir del autor.  A esto, yo no logro considerarlo plenamente una composición poética.  No comparto ese criterio y lo pienso más bien como una expresión literaria común, dirigida a manifestar, mediante una  prosa peculiar, frecuentemente hermosa,  el pensamiento y los sentimientos de un escritor.

Comprendo que en la poesía pueda prescindirse de la rima al final de cada verso, pero me inclino a que al ritmo del texto expresado habrá que respetarlo. La rima sola no hace poesía de por sí y con frecuencia está ausente en los poemas de todas las épocas. Ciertamente no tendremos que buscar versos rimados en las Églogas de Virgilio, pero la métrica está allí, obligante y estructurada de una manera que sobresale en la elegancia y en la habilidad poética de su tiempo. Al leer sus composiciones hay que seguir una cadencia determinada, y en el verso hay una transposición de términos, y expresiones sublimes. Lo mismo sucede con la Ilíada, con Tibullo, con Marcial, con Terencio y mucho más modernamente con Andrés Bello en su Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, en varios aspectos inspirada en las Geórgicas Virgilianas.

Tomemos por un  momento algunos ejemplos entre las composiciones poéticas del pasado:

¿Podemos imaginarnos la Divina Comedia sin rimas y escrita corrida en estilo de prosa? ¿Qué diría Dante si llegáramos a proponérselo? Tal vez el resultado sería el siguiente:

“En el medio del camino de nuestra vida me encontré en una selva obscura, pues me había apartado de la vía correcta. Ah… como es cosa dura describir esta selva tan arisca y fuerte que solo al imaginársela infunde miedo y su temor es como la misma muerte”

Dante escribió en italiano, pero me imagino que si lo hubiese hecho en español hubiera escrito más o menos así:

En medio del camino de  mi vida,

yo me encontré en una selva obscura

que la correcta vía tenía perdida.

Ah… cuanto decir es cosa dura

de aquella selva tan arisca y fuerte,

que su temor, que todavía perdura,

tanto  me amarga, tal como la muerte.


Ahora bien, aun cuando la traducción en versos es mía,  muy similar a su versión italiana,  pero tal vez diferente de lo que un Dante español podría haber escrito, ¿cuál de las dos puede considerarse más un poema? Sin dudas la segunda, que tiene ritmo y rima incorporados.

Pero si nos salimos de los tiempos antiguos y recorremos  un poco el camino de los más modernos, nos encontramos con  ejemplos  aún más evidentes.

                    “La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.”

Traten de poner en prosa corrida el contenido de tales versos de Rubén Darío,  quítenle la rima y la graciosa cadencia, suprímele el ritmo y el metro, y échelo como un cuento bonito, no más,  y ¡verán lo que les sale! Ya no sería sino un trozo de prosa, prosa bonita, delicada, llena de sentimiento, pero prosa, ¡no Poesía!

Pero déjeme traer otro ejemplo, esta vez en dirección invertida a los anteriores Voy a tratar de  poetizar, arbitrariamente, este fragmento de prosa harto  conocido por todos:

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y algo corredor.”

En un lugar dela Mancha,

de cuyo nombre

acordarme no quiero,

no ha mucho tiempo

que vivía un hidalgo

de los de lanza en astillero

adarga antigua, rocín flaco

y algo corredor.

Bueno, tal vez si no conociéramos el texto en prosa, no nos dolería mucho  encontrarlo transmutado en  versos, y posiblemente, también  lo aceptaríamos, aunque con reserva y escaso agrado. Notaríamos tal vez, que en ese conato poético no hay rima, métrica ni hermosura de  composición;  que no es sino un acomodo de palabras, para ponerlas, en trozos cortos, en un orden   ”seudo poético” que suena estentóreo, disonante. En cambio, el mismo contenido, así como Cervantes lo escribió, es equilibrado, espontáneo y tiene algo de misterioso y fascinante.





Pues bien, algo parecido ocurre con muchos de los artistas de “avanzada”, varios de los cuales han alcanzado notoriedad y fama. Hoy día se aclaman muchos dudosos valores que no merecen mayor consideración, pero que corren con la moda, con expectativas nuevas, cualesquieras  estas sean. Además, se tiende a aplaudir sin fundamento, se aceptan adefesios como si fueran algo extraordinario, inusitado, imprevisto, casi como un acto de rebelión en contra de las cosas del pasado. Se aplaude por …aplaudir, porque no se concibe que obra artística cualquiera, independientemente de su valor, termine sin el “clac” de las manos y el grito y silbidos de una platea entusiasta.


Pero regresemos a nuestra Poesía, donde a veces resulta algo difícil sacar placer completo aun en las composiciones de  poetas universalmente aplaudidos y colocados en lo más encumbrado de la fama.

Voy con algunos ejemplos y empiezo con el gran Pablo Neruda.  Este poeta tuvo en sus composiciones, posturas diferentes con el transcurrir del tiempo y de su edad. Sus composiciones juveniles, donde vacía una subjetividad excesiva y un desorden dramático y emocional, no se toman mucho en consideración actualmente, cuando se le aplaude como el más grande de los poetas chilenos y uno de los punteros de la poesía latinoamericana. Su ingreso a la poética modernista ocurre cuando ya tenía unos veinte años de edad, con la publicación de su Crepusculario (1923) que marca su entrada a los valores que se le han reconocido.  A partir de ese momento, su poesía se ata más a los requisitos tradicionales de la métrica, (aunque  menos de  la rima,) aun cuando se mantiene alejado de las formas tradicionales, tales como sonetos etc. Quiere sentirse  libre, libre lo suficiente para expresarse a su manera y sin condicionamientos. Crea versos sublimes y de un sentimiento excelso. Sin embargo, aun cuando se le capta el apego al ritmo endecasílabo y al verso alejandrino, se le nota mucha resistencia a la aplicación de la rima que, a mi parecer, complementaría enormemente el sentimiento de sus composiciones.


Puentes

Puentes, arcos de acero azul donde vienen

a dar su despedida los que pasan,

por arriba los trenes,

por debajo las aguas,

enfermos de seguir un largo viaje

que principia, que sigue y nunca acaba…..

………………………………………..


Este comienzo de su poema es lindo, corre con su cadencia original y su métrica convincente pero, para mi gusto, sería aún más bello si tuviese algo de rima, lo que lo alejaría definitivamente de leerlo como un texto corrido. Lo mismo ocurre con este otro del mismo autor y tal vez de manera aún más pronunciada:



Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas

y la lluvia entraría por tus ojos abiertos

y preparar el llanto que sordamente encierras,

y las alas negras del mar girarían entorno

de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos.


Pero Neruda no es el único, hay otros, muchos otros que aun en su grandeza, hacen de la poesía un instrumento expresivo sui generis, extremadamente individualista y personal.


Cenizas

Se ha apagado el fuego. Queda solo un blando

montón de cenizas,

donde estuvo ondulando la llama,

ahí tienes, amigo, hecho porción quieta

de polvo liviano,

aquel pino inmenso que nos dio su sombra

fresca y movediza, durante el verano.


Es de Juana de Ibarbourou,  la gran poetisa Uruguaya quien aquí, además de esa modalidad libre y desatada de convencionalismos, en otras oportunidades también mantuvo apego a la rima y a la métrica acompasada que hicieron de sus poemas lo más bello y sonoro.

El modernismo poético empieza a perfilarse ya en el siglo XIX en varios países del mundo. Es como un despertar liberador del Romanticismo reinante, que a su vez había sustituido el clasicismo anterior. El verso más independiente e individualista  representa una gran novedad y cautiva primero a los poetas autores y luego logra convencer a los lectores, algo cansados de la tendencia Azul, excesivamente romántica,  pero que había deleitado a la generación anterior. Particularmente en Francia, surgen excéntricos pero muy validos poetas en el seno de los Salones Literarios, como el famoso Hotel de Ville en Paris,  que de repente anhelan parir algo nuevo, original, luego de haber antes patrocinado poetas como Baudelaire, Victor Hugo, Gautier, Sainte-Beuve. Aparecen de repente, diferentes capullos como La Martine, Paul Verlaine, Alfred de Musset, Stephane Mallarmé todos deseosos de trasformar la tendencia reinante. Recuerdo particularmente lo que dice claramente Verlaine en su composición “Arte Poética”:

                                   

         De la musique avant toute chose,

et pour cela préfère l´Impair

plus vague et plus soluble dans l´aire,

sans rien en lui qui pèse ou qui pose.

……O qui dira les torts de la rime ?

Quel enfant sourd ou quel nègre fou

nous a forgé ce bijou d´un sou

qui sonne creux et faux sous la lime ?

……Que ton vers soit la bonne aventure

éparse au vent crispé du matin

qui va fleurant la menthe et le thym

Et tout le reste est littérature! 

y sin embargo, aun diciendo eso,… ¡mantiene la métrica y la rima!


Todavía  más reciente, esta breve composición de Ungaretti  


“E per la luce giusta,

Cadendo solo un'ombra viola

Sopra il giogo meno alto,

La lontananza aperta alla misura,

Ogni mio palpito, come usa il cuore,

Ma ora l'ascolto,

T'affretta, tempo, a pormi sulle labbra

Le tue labbra ultime.”


Me parece que en esto de Ungaretti, sí hay un sentir poético, pero suena más a prosa que a Poesia; ¡no tengo  duda!






Pero, regreso con mi pensamiento al ambiente latino-americano,  y me acuerdo de un gran escritor Argentino: Jorge Luis Borges. Fue él un iniciador de esa revolución intelectual que brotó en la segunda década del 1900 cuando en uno de sus escritos  defiende firmemente su posición de ultraísta, movimiento rebelde del que fue tal vez el mayor representante. Allí determina que su postura poética estaría hecha de aventuras espirituales por el enfilamiento de imágenes, con lo cual apartaba de cuajo los esquemas tradicionales del verso que llegó a definir nada menos que “de rimas barulleras”. Anteriormente a él, ya Manuel Maples Arce  había llamado a esos intentos vanguardistas “Estridentismos” lo que a mi entender les calzaba perfectamente. Efectivamente…estridencia es lo que frecuentemente quisieron producir, esos paladines de la Vanguardia latinoamericana. Y lo hicieron por convencimiento propio pero también con cierta malicia y algo de  alevosía. Me pregunto: ¿Fue un sentimiento espontaneo, genuino, sincero, o también rebelde versus las cosas de lo pasado? Claro está que la mayoría de esos jóvenes eran gente capaz, brillante, cuyo espíritu rebosaba de inspiraciones, de sensibilidad, de instinto poético original. Pero también se sentían limitados por los esquemas tradicionales. Querían expresarse con libertad plena, revolucionarias que pudiesen manejar a su antojo. Así que, sin darse cuenta, salieron de las viejas  cadenas para amarrarse a otras que ellos mismos habían creado. Nunca más pudieron abrazar algo distinto de lo que habían impuesto a la musa de la Poesía. Erato tendría que afinar definitivamente su lira al nuevo ritmo y al nuevo… (des)-orden. 

Mi reflexión personal es que si se quiere componer poemas, debería buscarse los parámetros que los vuelven tales. La libertad de composición es una modalidad siempre deseada, pero no debería ser invocada solo para conseguir individualidad y originalidad forzada. Hay que ser verdaderamente originales para introducir un sistema poético completamente diferente. Diferente en todo, en la forma, en el esquema, en la estructura misma del poema. ¡Hay que inventar algo absolutamente nuevo!

Y un día, hace aproximadamente  cuatrocientos años, apareció una forma de poesía completamente nueva: “el HAIKU.” 

Es este un género poético que no se parece a ningún otro; es novedoso, original y no impone sino dos condiciones: que se componga de tres versos únicamente y que el primer verso tenga cinco silabas, siete el segundo y cinco el tercero. No pide rimas, pero subrepticiamente impone una métrica que aprisiona la imaginación de quien lo compone. Transcribo una de mis reflexiones sobre el Haiku, escrita en el lejano 1992

“Me encontré con el Haiku en una etapa bastante adelantada de mi vida, cuando uno siente que no les queda mucho tiempo por delante para iniciarse en cualquiera nueva actividad que conlleva  años de dedicación.  Aun cuando he cultivado la poesía desde los lejanos momentos de mi juventud, nunca había conocido la existencia de ese estilo poético tan original y cautivador.  Atado a las formas clásicas de las composiciones, mi mente y mi sentir obedecían a una métrica muy diferente de esa modalidad poética japonesa, y  mis lecturas y composiciones seguían rigurosamente la cadencia  acompasada del verso sujeto al grato sonido de la rima. Nunca fui muy amigo de los poemas de cadencia libre, con rítmica irregular o inexistente, de metáforas estrafalarias e incomprensibles   (por lo menos para mi), tan propios de las tendencias modernas y contemporáneas. Y no que no haya encontrado aun dentro de esos estilos, composiciones fascinantes, cautivadoras, que muchas las hay y las acepto, pero la métrica de los sonetos, de las baladas, de las stanzas, ejercieron siempre para mí un atractivo muy especial.

Dentro de ese estado de cosas, un día Vicente Di Marzo, muy buen amigo mío, me envió de regalo un librito de poemas escritos por él según el antiguo estilo japonés denominado Haiku, altamente sucinto y restrictivo. Una especie de aforismas poéticas en versos silábicos.  Cada página del libro contenía un poema cortísimo (de 17 sílabas), y cada poema constaba de solo tres versos, ordenados según el número de las sílabas contenidas en  cada verso, es decir: 5, 7, y 5 alternativamente y  en ese orden. Ese formato atrajo mi atención, pero  empecé a leer con un poco de escepticismo, pensando  que me iba a encontrar con algo demasiado  excéntrico  para mi gusto. Sin embargo,  a medida que avanzaba en la lectura, la cadencia del verso, la compresión del estilo y su  capacidad expresiva,  me cautivaron. Me percaté, admirado, de la posibilidad de expresarse en versos tan reducidos y dentro de unas limitaciones tan obligantes que a primera vista podrían hasta parecer absurdas. Y lo más original de todo es que se puede componer un AIKU en cualquier idioma que uno conozca, con tal de…aceptar sus reglas de composición.”

Ese fue mi primer encuentro con el Haiku y desde aquel momento su estilo entró firmemente a formar parte de mi sentir. Empecé a leer todo lo que podía conseguir escrito en ese estilo hasta que un día, o mejor dicho una madrugada, en el característico estado de desprendimiento que precede frecuentemente a la levantada de la cama, compuse   mentalmente mi primer Haiku. Y no me salió tan mal. Seguí, y he  aquí, un ejemplo de otros Haikú compuestos en varios idiomas: 

En Español


¡Qué lástima!

se me pasó la vida,

sin darme cuenta.


Charco de cielo

es la gota de lluvia

en mi ventana.


Un consultorio:

resignada actitud

con esperanza.


No llores hoy,

llora solo mañana…

¡por lo de ayer!


El sol de frente

ilumina la ruta

de mi destino.

Un haz de la luz

rompe por mi ventana;

¡es plenilunio!

Sobre mi lago,

Manchas de sol y sombras en el ocaso.

¡Como se mezclan

en mi vetusto andar

tantos colores!


Rojos estratos

refléjanse en el mar

de mi ocaso.

En este mundo,

si quieres pescar bien

pesca profundo.

Mi dolor es mío.

Yo sufro por el tuyo

e igual te amo.

Mira mis ojos,

yo miraré los tuyos

con los del alma.

En Italiano:


Dal mio balcone,

sprazzi di mar e cielo… e di ricordi.

Nell'invecchiare,

il mio cor si commuove

e spesso piango.

Oh quel mio cielo,

di nuvole sospinte,

nell'infinito!

Cielo d'abbozzo,

grandi,rossastre nubi;

voli d' uccelli


Barca, do' vai?

non vedi ch'é la sera

del mio ritorno?

La barca sbatte

il vento mi spaventa

quaranta nodi.

Quaranta nodi,

piú sommersi che sopra;

ma perché venni?

Mare t'adoro

come un condannato

il suo capestro.



Vento leggero,

la mia barca in rotta:

io t'amo o mare!

Il ciel s'adombra,

il mio povero cuore

chiede la luce.

É giá d'inverno;

nella mia tiepida serra

ancor dei fiori.

Salice, piangi

come io sull'acqua

del mio passato.

Vent'anni ieri,

oggi settanta quattro

domani…nulla. Nevica fuori;

che tiepida mattina

sotto le coltri! Il maestrale

soffia su cupe nubi;

migran  uccelli. Idee larvate,

restate nel mio cuore,

morte e non nate.


Cresci fanciullo?

non ti scordar di noi

che fummo grandi!

Vaste paludi

ove lasciai il cuore,

coi beccaccini.

In questo mondo

se vuoi pescare ben

pesca profondo.

Io son chi sono!

Io non so chi tu sia,

non mi conosci.


Il mondo gira

e con lui la mia vita;

trottola vana.

"Made in China",

risveglio del dragone

addormentato.

Tortora canta,

accompagnami tu

che giá fa sera.

Cristo, ricorda

che io voglio morir

prima di Lei..


La prora fende

e saltano all'intorno

grigi delfini.

Un rusignolo,

una viola d'amore,

suona Franziska.

Non pianger oggi;

piangi solo domani

per quel di ieri.

Che dolce, triste,

lo scorrere gentil

della mia sera.


Di molto vale

imparare a salir

per l'altrui scale.

Sul mio tagliere,

fuma la macchia gialla

della polenta.




En Latin:


Sicut in anno

licet me insanire,

sic vitam ago.

Enim non possum

restituere poenam

sine lamento.

Beatum ille

quis senectutis suae

curam  cognovit.

Cur monuisti

cum prava senectute

mors, vitam meam?


Dona sapientiam

mihi, benigne Jove,

ferre meam  mortem


Quia vita finit

noli me omitte Zee;

repete! ….. iuvat.

Ego non possum

cogitans non sequere,

memento Zee!


Memento Christe,

eam praevenire volo

in saltu mortis.

Te rogo Zee

Solam gratiam concedas:

"gaudium aeternum."

Quod licet Iovi

enim non licet mihi,

  sed minus tibi.


En Francés

Je retour souvent

a mes amours du passée,

et…j´aime encore !

On ne peut pas louer 

les tristes couleurs de l’automne, 

sans une fleur printanière..

Je t’avais dit  t´aime

Tu rien  m´avais  répondu

Mais je t´aime le même.


Dite  mois : pourquoi

Je pleure quand je devrais sourire

et tu es dans mes bras.

Vos yeux dans les miens,

Si saviez comme je vous aime,

pourquoi ce silence ?

Un jour tu m´a dit

un SI faible, et très réel;

mais je l´ai perdu.


Le ruisseau va

de la montagne a la mer 

et se meurt salé.

Les choses comme il sonne,

mon amour est comme il est

ton amour n´existe pas. 




Bueno, el Haiku, como ya mencioné, esa composición tan original e insólita, nos llegó del Japón, donde fue creada hace siglos por el poeta nipón Bashó. Creo que no prosperó mucho en Occidente, pero tiene un encanto innegable. A mí me gusta jugar con ella y aún dentro de tan estrictas limitaciones que impone, no deja de conceder libertad de sentimiento y de acción. La traje en mis elucubraciones de hombre multigenario para confirmar que la libertad de la Poesía puede expresarse con absoluta autonomía mediante muchos modelos, aun cuando haya parámetros fijos como la rima y la métrica que constriñen un poco más, pero añaden especial hermosura.

Resulta muy difícil, casi imposible imaginarse una composición poética más sucinta del Haiku, también en razón de las limitaciones que tiene cada idioma. El inglés, por ejemplo carece de la forma diminutiva y mimosa tal como “pequeñito,” o la mayorativa como “grandote,” o la calificativa como “malazo,” teniendo que recurrir a dos términos como “very small,” “quite big,”  “not very good” etc. lo que dificulta lograr una reducción del verso. El mismo idioma español, con su carencia del apostrofe, no consiente una reducción ulterior del poema, al tener que aplicar el “de” o el “del” que obligan al uso de dos términos explicativos en lugar de uno solo, tal como es posible en italiano y en francés.

Ahora bien, la composición poética más breve que yo conozco es la de Ungaretti :

“M´illumino

   d´ immenso!”




En fin, buscar  afanosamente la originalidad y aspirar al protagonismo poético no debe significar dejar de escribir en buena forma, sino mantener una disciplina, conservar una tendencia definida y, en fin de cuenta,…agradar también a los lectores.


La Literatura.

Cualquier reflexión sobre las obras literarias en general, parece inútil e infructuosa. La inmensa cuantía y variedad de  las composiciones literarias es tal que es hasta ridículo que uno se ponga a delimitarlas, encauzarlas y hasta solo definirlas. La Prosa es libre y se expresa de tal manera que no es sino un reflejo de quien escribe y transmite, ella mediante, su pensamiento personal, La consecuencia natural de lo que un individuo piensa, es valerse de la escritura para dejar constancia de lo que ha pensado.  Así, la personalidad del escritor, sus preferencias de estilo y contenido, quedan reflejadas en lo que escribió y quiso comunicar  a los demás. Él que recibe esa comunicación puede interpretarla a su manera, aprobarla o no, aceptarla o rechazarla, pues  esto es asunto suyo, no relacionado con el prosista. Por eso, cualquier crítica que se le haga a una epístola, exime al escritor de no haber escrito en los términos que el lector espera.

Sin embargo, hay tres parámetros que el lector desea respetados:

a) Que el texto esté escrito correctamente, tanto gramaticalmente como ortográficamente.

b) Que el contenido sea expresado en términos decorosos, no escatológicos.

c) Que el contenido sea razonablemente claro y  comprensible.

Esos, creo yo, son los  mínimos requisitos que se le puede exigir a quien escribe y tenga el deseo de ser leído y comprendido. Si son rechazados por el escritor, entonces quiere decir que este no tiene la intención de ser leído y apreciado sino por él mismo. El lector no cuenta para él, sino vale solo lo que él quiere lanzar al aire y recoger en sus propios brazos.

Y sin embargo, un sinnúmero de escritores andan por allí, sin que muchos los comprendan y logren identificarse con su manera de escribir. Los anaqueles están llenos de obras mal escritas, incorrectas, que se imponen por su contenido atrevido y estimulante, repetidas  en innumerables ediciones  y cuyo propósito es él de traducirse en  beneficio monetario, estímulo y recompensa para   los que las escribieron.

Pero, a parte de esa avidez material e interés mercantil, existe otro gran incentivo que permea a esos escritores atrevidos y temerarios. La búsqueda de la  fama; el reconocimiento público, el éxito y el renombre que lo acompaña. Y para conseguirla, para llamar la atención y parecer originales e innovadores,  todo es valedero: la eliminación de los signos ortográficos, por ejemplo, escribir sin puntos ni comas, interrupciones estas que se tildan de arbitrarias y restrictivas, no respetar las mayúsculas (tachadas de esnobismo inútil), los dos puntos que anuncian una  explicación  innecesaria, las comillas  y… mucho, mucho  más. Luego hay el uso abusivo y frecuentemente inapropiado de las metáforas con la exagerada intromisión de adjetivos calificativos e ilustrativos, el uso de rebuscados e inútiles sinónimos, los diálogos insustanciales extendidos  al extremo, conjunto de palabras irrelevantes que nada agregan al desenvolvimiento del cuento o de la novela. He aquí un ejemplo de lo que acabo de decir:

“Lo que me queda por vivir será entre sus imperfecciones, entre sus rudos delirios, entre sus ahogados abrazos, entre su fe de carbonero de que todos los que la circulan saben de su personalidad inquieta.”

Y más adelante:

“…como salvado estoy yo cada noche de mirar entumecido cuando en la ventana me siembro y trato de hallar el porqué de tanta mierda que presencio.”

Y otro aún:

Un hombre no camina a la zaga de lo que se ceniza, sino a la vera de aquello que sereno lo carcome.

Ahora bien, ¿se sienten ustedes…mejorados luego de haber leído algo como eso? Porque leer buena prosa implica un proceso de catarsis, de mejoramiento evolutivo del espíritu.  Esta clase de literatura ¿les concede algo que valga la pena? ¿Pasa acaso ese escrito la prueba del tres en el esquemita que anoté al comienzo de esta sección?

Evidentemente que NO. ¡Y los autores de esos pasajes literarios son ampliamente conocidos, tienen renombre y han logrado ser reportados como ejemplos, en publicaciones serias y confiables!

Palanquear sobre lo inusitado, lo grotesco, lo repulsivo es frecuentemente el sistema que se adopta para llamar la atención. Y la crítica se abstiene de condenarlo, tal vez por el temor de ser considerados “demodé,” no suficientemente identificados con los intelectuales de vanguardia que están llamados a apoyar a quien marca un camino diferente, quien anhela lo nuevo y repudia el pasado.

Un amigo me decía: “En estas últimas generaciones hay una infatuación con el horrido.  Se deleitan con adoptar lo que antes se aborrecía, lo que da grima y disgusta y además, se pregonan a sí mismos como  originales e innovadores.” Mi amigo tenía mucho de razón, y lamentablemente esto ocurre no solo en la Literatura, sino también en la mayoría de la demás manifestaciones artísticas. La búsqueda de la Originalidad mediante la repulsa, es algo insincero y de fines dudosos.